Hacienda de Meñaca

Junto a la típica portada, se alza un torreón en el que campea el escudo de la Orden de Calatrava. En la creencia de la gente del campo, tal escudo sería el as de oro, con el que uno de los dueños ganó la finca en una partida de cartas. Un azulejo con un escudo, en el que aparecen cinco calderones de gules en campo de azur bajo capelo cardenalicio, nos recuerda a Gonzalo de Meñaca, uno de sus antiguos dueños, si no su fundador.

Hacienda de Bertendona

Su portada es del estilo característico en la arquitectura rural de las haciendas, y en ella luce un azulejo de la Virgen del Olivo fechado en 1957. El patio es grande y pavimentado con cantos rodados, destinándose el edificio a almacén de aceitunas. Perteneció a D. Jimeno de Bertendona, pariente de Martín de Bertendona, capitán de una Escuadra de la Armada Invencible.

Hacienda del Rosario

Es de proporciones más pequeñas que las anteriores, pero no de menor interés. La caracteriza su entrada flanqueada por palmeras.

Hacienda de Ibarburu

Hacienda Ibarburu
Hacienda Ibarburu

Antes llamada San Lorenzo de Miravalle, es un caserío importantísimo y típico de la arquitec-tura rural del siglo XVIII. Su importancia la refrenda el hecho de que se tramitó su declaración de Monu-mento Histórico Artís-tico. Una lápida fecha el caserío en 1748, en su actual aspecto. En el patio, en el que destacan el mirador y los seis arcos de la casa señorial, existe una hermosa fuente, una reja procedente de la cárcel del Pópulo, azulejos y piezas arqueológicas interesantes, y un magnífico reloj de sol de piedra fechado en 1701.

Antes llamada San Lorenzo de Miravalle, es un caserío importantísimo y típico de la arquitec-tura rural del siglo XVIII. Su importancia la refrenda el hecho de que se tramitó su declaración de Monu-mento Histórico Artís-tico. Una lápida fecha el caserío en 1748, en su actual aspecto. En el patio, en el que destacan el mirador y los seis arcos de la casa señorial, existe una hermosa fuente, una reja procedente de la cárcel del Pópulo, azulejos y piezas arqueológicas interesantes, y un magnífico reloj de sol de piedra fechado en 1701.

Hacienda San Miguel de Montelirio

Hacienda San Miguel de Montelirio
Hacienda "San Miguel de Montelirio"

También llamada "El Hospicio de Indias", en los tiempos en que perteneció a los Jesuitas. Más que Hacienda es una suntuosa resi-dencia, a la que se acogían para reposar y curar sus enferme-dades los jesuitas que volvían de Indias. Más tarde perteneció al primer Marqués de las Marismas, D. Alejandro de Aguado, que se distinguió por la ayuda que prestó a los invasores franceses por cuyo motivo terminó exiliado en París. A la entrada destaca un azulejo representando al Arcángel San Miguel y dos fechas: 1754-1920.

Tiene una capilla pequeña con retablo e imágenes del siglo XVIII, muchos azulejos de gran interés, muebles antiguos, cuadros y un precioso jardín lleno de flores. Se le cita como uno de los mejores ejemplares de arquitectura barroca rural en Andalucía. Existe expediente de una intervención del Arquitecto Lucas Cintora en el aprecio de obras en esta Hacienda a mediados del siglo XVIII.

Hacienda de Maestre de los Molinos o de San Pedro

Es una de las más auténticas y espectaculares de Dos Hermanas. Tiene dos portadas, la primera de ellas de un rústico barroco, coronada por tres tinajas, en forma similar a la que ofrecía el desaparecido mirador de los Cuatro Cantillos (calle Canónigo-esquina Santa María Magdalena). Por esta portada se entra en el patio de labor, que ofrece dos lados con soportales sostenidos por pilastras de ladrillo y arcos de medio punto, con paredes adornadas mediante esgrafiados, entre los que aparece la fecha de 1689; una puerta de la derecha da acceso a los patios "de sol", en los que se observan numerosas tinajas enterradas, donde se decantaban las impurezas del aceite. Entrando a la izquierda están las naves de los molinos, labradas por el maestro alarife Juan de Colmenares en 1742. Presentan una techumbre de tablazón de madera, y en su época albergaban tres vigas de molino ninguna de las cuáles se conserva; solamente en una de las naves se mantienen "in situ" las tinajas en las que se depositaba el aceite. La otra portada, en la que figura un azulejo representando la Coronación de la Virgen, da acceso a las sencillas dependencias de los dueños, presididas por una torre mirador a la que se sube por una escalera de caracol. Cerca del edificio se encuentran los restos de la "Torre Mochuela", torreón militar de seis metros de lado, con muros de un metro de grosor y una altura de cinco metros. Ultimamente se ha realizado una importante obra de restauración del conjunto de la hacienda bajo la dirección de la Arquitecta Dª María Cruz Aguilar.

Cortijo de la Serrezuela

Señala el lugar donde se alzaba una antigua población ya en 1603, fomentada luego en la época en la que Olavide construía las nuevas poblaciones de Sierra Morena, e impulsada por el Regente de la Audiencia de Sevilla Don Francisco de Bruna Ahumada. En 1405 se cita este lugar de la Serrezuela como perteneciente a Antón Rodríguez de Esquivel, y en 1414 funda un Mayorazgo de este nombre D. Pedro Rodríguez de Esquivel. En 1690 se crea el título de Marqués de la Serrezuela. Quedan en la actualidad las ruinas del caserío primitivo, con muros cuyo grosor alcanza hasta 1 metro. El recinto parecía formar un cuadrado, con torres en cada vértice y otro torreón en el centro, convertido luego en molino y horno, que puede fecharse hacia el siglo XVII. En torno a este lugar se desarrolla el pequeño relato de Fernán Caballero: "Obrar bien...que Dios es Dios", donde le llama "El Castillo del último moro".

Hacienda Torre de Doña María

Hacienda Torre de Doña Maria
acienda "Torre de Doña María"

Según la leyenda, la construyó el Rey Don Pedro para su favorita Doña María de Padilla. Es también de las más antiguas de Dos Hemanas, ya que en su empla-zamiento se han encontrado restos romanos, existiendo también la referencia de que fue alquería árabe, propiedad del reyezuelo Ibn Jaldún (s. IX d.c.), nombre que históricamente se ha mantenido evolucionando hasta el "Vijaldón" que en la actualidad denomina a parte de los terrenos de la hacienda.

Fue de Fernán Pérez de Melgarejo y del Arzobispado y en ella destaca su antigua torre militar (fechable hacia el siglo XIII o XIV), con 12,50 metros de altura, muros de tapial de 1,80 metros de grosor y tres plantas. En las antiguas escrituras se alude a esta torre, casas y molino para aceite. Propietario de sus tierras fue, al parecer, el banquero genovés Bernardo de Grimaldo, que se encuentra enterrado en la capilla nazarena de Santa Ana. A la entrada de la finca puede admirarse un zapote, árbol de origen americano que puede tener cerca de 400 años, y una palmera con cinco troncos. Forma parte de la finca un hermoso jardín, que ha sido declarado "Jardín Ornamental". La finca fue remodelada hacia 1930 por el Arquitecto José Gutiérrez Lescure, que le dio un marcado estilo neomudéjar y actualmente pertenece a Dª Concepción Ybarra. Hacia las tierras de esta Hacienda y otras limítrofes se orienta el crecimiento urbanístico de Dos Hermanas.

Hacienda de Lugar Nuevo

Es de época de Carlos III en su actual estructura, destacando su hermosa portada neoclásica de piedra arenisca, coronada por un frontón. Fue propiedad de Don Francisco de Bruna.

Hacienda de Quinto

Hacienda de Quinto
Hacienda de Quinto

Es el conjunto de más antigüedad del término municipal de Dos Hermanas, apareciendo en el recinto restos romanos, visigodos, árabes y posteriores. Junto a la hacienda, que en su época fue un pequeño poblado, con iglesia y pila bautismal, existe una interesante construcción que fué posiblemente un pajar o molino y almacén de aceitunas. El lugar de Quinto se cita en el "Itinerario de Antonino", datable en el siglo II d.C. Luego se cita en el repartimiento de Sevilla como alquería árabe, adjudicándose a Guillem Bec.

Destaca en el conjunto una importante torre militar que, en su actual aspecto, puede fecharse hacia el siglo XIII y una imponente viga de molino. Una parte de caserío y de las tierras perteneció a las monjas de San Clemente; otra parte, llamada "Cortijo Grande", fue de los Medinaceli y, por fin el "Cortijo Nuevo", que fue de la Mitra. Está muy vinculada la finca a las Reales Almonas de Sevilla. La Torre es un cuadrado de siete metros de lado, con tres plantas y poco más de trece metros de altura. Su posición explica el recinto fortificado que la rodeaba, de época almohade. Las crónicas se refieren a la derrota de los invasores normandos en sus cercanías a mediados del siglo IX d.C. Actualmente el conjunto del caserío pertenece al Ayuntamiento de Dos Hermanas, procediéndose a su restauración y adecuación para fines culturales. No lejos del caserío, junto a las edificaciones de la Urbanización "Los Cerros" se encuentran los restos de otro caserío y una torre con la inscripción "Torre de Quinto", a modo de réplica de la torre militar de la Hacienda.

Hacienda de Villanueva del Pítamo

En el repartimiento se la cita como "Villanueva Azequilli", también llamada "Meneses". Fue repartida a Don Gutierrez Suárez, pasando luego a Don Juan Gutiérrez Tello y a Don Juan de Monsalve. Más que hacienda es un cortijo, y así lo denomina el Catastro de Ensenada, en el que aparece con una extensión de 100 fanegas de trigo, perteneciente a la Marquesa de Caracena y Berlanga.

Cortijo de El Copero

Sus antecedentes más remotos se remontan al Repartimiento de Sevilla, llegando a tener más tarde la categoría de "Concejo" y "Lugar" (siglo XV): en el siglo XVII perteneció al Marqués de Villamanrique pasando luego al Conde de Baños. A partir de 1937 se instala en sus tierras un Aeródromo Militar y más tarde la Unidad de Helicópteros del Ejercito de Tierra, que continúa en la actualidad.

Otras Haciendas del término

Son las de Blanco Benitez, S. Federico de Echajui, Valero, Doña Ana, Sta. Mª de Medinilla y Los Cantosales.

Concejalías